martes, 13 de mayo de 2008

en la obscuridad

Abro los ojos, me duelen los párpados, es extraño, nunca había sentido esta clase de dolor, por más que intento no logro ver nada, absolutamente nada. Me pregunto si he quedado ciego o si estoy en una especie de cuarto obscuro. Miro mi reloj para ver si sus agujas fluorescentes brillan, pero no, aún no logro ver nada. Solo hay dos opciones: estoy ciego o llevo más de 10 horas sin tener contacto con alguna fuente de luz -recuerdo haber leído esta característica en el manual de mi reloj- lo cual confirmaría la hipótesis del cuarto obscuro; realmente espero que sea lo segundo, sería una pena perder la visión, la capacidad de apreciar los colores del mundo; creo que es el única capacidad física que no me gustaría perder, no sé si es porque soy fotógrafo aficionado y adoro la belleza de las formas y colores que esta vida nos obsequia en cada uno de sus pequeños detalles.

El dolor en los párpados en insoportable; acabo de notar que tengo las piernas entumecidas, es curioso como sabiendo que estoy tirado en el piso -puedo sentir todo mi cuerpo apoyado sobre una superficie plana- me haya preocupado primero por no poder ver, por asegurarme de donde estoy, antes de intentar siquiera ponerme de pie. Se acalambran mis piernas, el consuelo es que esto distrae un poco el dolor de los ojos. Todas estas sensaciones me hacen recordar aquellas noches en las que se me acalambraban las piernas y le pedía a ella que me las golpeara; sonrío por un momento y luego recuerdo la otra parte de la historia, prefiero dejar de pensar en eso.


continuará..

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